lunes, 4 de agosto de 2014

Ford Focus.


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Hace unos años, un modelo como el Focus 2.0 litros hubiera pasado por ser todo un deportivo. Sus 130 CV de potencia así lo evidenciarían. Sin embargo, hoy en día, las intenciones de este modelo van mucho más allá, y sin desviarse de un cierto planteamiento deportivo, consigue ofrecer un insultante equilibrio en todos los aspectos para convertirse en un magnífico coche para el día a día. Sus mejores argumentos empiezan en su ajustado precio, una política de Ford que comienza a dar frutos, dado el elevado número de unidades del Focus que se ven ya por nuestras carreteras.
Pero un atractivo precio no supone de antemano tener el éxito asegurado si no está acompañado de un producto bien realizado. Y en Ford han conseguido conjugar ambos aspectos, pues junto a un indudablemente atractivo precio de salida, el Focus 2.0 ofrece un magnífico nivel de acabados, un equipamiento bastante completo y unas cualidades dinámicas que hacen sombra a numerosos modelos de su categoría.
Además, su diseño queda muy desmarcado de lo habitual, con un estilo sin duda arriesgado e innovador frente al conservadurismo del segmento. Lo cierto es que el Focus puede gustar o no, pero sus trazos no pasan desapercibidos por la calle. En el interior sucede lo mismo, pues todo en él rezuma personalidad, no quedando nada que nos haga recordar a su predecesor, el Escort. Y si en diseño existen años luz de diferencia entre ambos, en calidad de acabados ocurre otro tanto de lo mismo. La imagen visual que ofrece el salpicadero del Focus denota una impecable calidad tanto de materiales como de ajustes, dejando a las claras el magnífico trabajo realizado por Ford en este sentido. Modelos de reciente aparición como el Opel Astra no pueden competir en este aspecto con la brillante calidad que atesora el Focus.
Un hecho muy habitual entre los fabricantes de automóviles es anteponer un diseño muy sugerente y atractivo frente a la máxima practicidad. Sin embargo, el Focus, con su indudable personalidad, cuenta con un interior ciertamente amplio y muy bien aprovechado. Con una longitud muy similar a rivales como el Astra o el Golf, dispone de unas cotas de habitabilidad superiores, ofreciendo una sensación de amplitud muy gratificante, gracias, sobre todo, a una muy buena altura en las plazas traseras. En éstas, dos adultos se acomodan perfectamente, y tan sólo el espacio para las piernas queda algo más justo. Delante, la buena anchura disponible facilita el sentirnos muy cómodos al volante. La regulación en altura del asiento y de altura y profundidad del volante, se encargan de encontrar de forma rápida una postura de conducción idónea, sea cual sea nuestra talla. Tan sólo se echa en falta una mayor sujeción de los asientos, pues si bien resultan cómodos por diseño o mullido, en una conducción rápida en trazados virados no consiguen sujetarnos con eficacia. La ubicación de los diferentes mandos permite un manejo de los mismos de forma intuitiva, ofreciendo además un tacto de solidez y calidad propio de modelos alemanes.

Buen comportamiento
Pero donde más ha ganado el Focus si lo comparamos con el anterior Escort, es en sus cualidades dinámicas, hasta tal punto de situarse entre lo mejor que se puede encontrar en el mercado dentro de su categoría, prácticamente a la misma altura que podríamos situar al Golf, y sin duda muy por encima de otros modelos de similares caracteristicas. Frente al Escort, el Focus ha ganado centímetros tanto en distancia entre ejes como en el ancho de vías, lo que de por sí implica ya una mejor estabilidad.
Pero el verdadero secreto de las excelencias del Focus en marcha hay que buscarlas en su nueva suspensión trasera de tipo multibrazo, que supone una importante evolución frente al Escort.

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